Se oye al jilguero cantar
esa dulce canción de amor,
que une los corazones
llenos de pasión.
Se oye al río correr
decidido en su andar,
dispuesto a vencer todo
con la fuerza de su caudal.
Se oye al viento soplar
en un ritmo sutil,
despejando pensamientos,
invitando a volar.
Se oye al árbol crecer
en plena luz matinal,
de pie hacia el cielo
en busca de eternidad.
Se oye a la vida reír
en su magnífica creación,
donde todo es equilibrio,
donde todo es perfección.
jueves, 15 de mayo de 2008
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